Este pudín de huevo ofrece una suavidad que se siente en la lengua y deja un rastro dulce y húmedo. Su textura es sedosa, fundiéndose con el aroma de la leche tibia y la yema de huevo espesa y cremosa. Al enfriarse, su superficie refleja una luz tenue como un espejo liso, adornada con coco rallado seco para un ligero toque salado y un contraste de texturas. Cada bocado es un recuerdo reconfortante y clásico, ideal para relajarse con una taza de té caliente.